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Gestionando Hijos (segunda parte)

Nai • nov 19, 2019

Y más que nos queda por aprender...

José Ramón Gamo (Especialista en Audición y Lenguaje. Master Especialista en Neuropsicología Infantil y Especialista en Neurodidáctica. Director Pedagógico del Centro de Atención a la Diversidad Educativa - Centro CADE).

"Si robáis la infancia a vuestros hijos, serán la sombra de los adultos que hubieran podido ser. Dejadles jugar, fomentad escenarios de oportunidad".

José Ramón Gamo me pareció un ponente espectacular. El contenido de la ponencia fue brutal, y su estilo directo, gracioso y natural te mantenía sin pestañear intentando absorber cada palabra que decía. Si en alguna ocasión tenéis la oportunidad de ir a escucharle hablar, no la perdáis.

Empezó haciendo una diferenciación entre la inconsciencia y la irresponsabilidad. Si me acerco a un león sin saber que ese animal puede devorarme, soy una inconsciente. Si lo sé y aun así me acerco, soy una irresponsable. Su charla nos llevó, ciertamente, de la inconsciencia a la irresponsabilidad en lo que a la educaicón de nuestros hijos se refiere.

José Ramón habló de dos tipos de inteligencia. La individual y la colectiva. La individual es la que ocurre en el cerebro de cada cual, mientras que la colectiva es la que aúna el pensamiento de muchas personas. De aquí salen grandes inventos como el estado, el dinero, las leyes... Construcciones que luego aceptamos como ciertas en la sociedad.

En el cerebro individual, hay dos niveles de pensamiento: el consciente y el inconsciente. El 80% del pensamiento que generamos es inconsciente. Es el cerebro generador de ideas. Cuando tomamos consciencia de las ideas, el pensamiento pasa a otro nivel que podemos considerar la inteligencia ejecutiva: tomamos consciencia de lo que sentimos o lo que pensamos, valoramos las opciones de actuación y las consecuencias de nuestras posibles acciones.

El cerebro generador de ideas le mueve la necesidad, el placer y la curiosidad. Para que los cerebros de nuestros peques funciones a pleno rendimiento, necesitamos generar escenarios de oportunidad. Esos escenarios nunca se producirán delante de una pantalla. Los niños tienen que entrar en contacto con la naturaleza, jugar con otros niños, interactuar con sus padres y con otros adultos.

¿Cómo generar escenarios de oportunidad?
1. Promueve SIEMPRE un estilo conversacional abierto. Esto significa que dejes que tus hijos respondan a tus preguntas de forma libre, y no respondas tú por ellos. Tendemos a hablar a los niños dándoles ya la respuesta a sus preguntas: "¿Y qué has hecho en el cole, jugar con tus amigos? ¿Con quién, con Yago? Y te lo has pasado bien, ¿a que sí? ¡Es tan divertido ir al cole!". Aquí no dejamos que el niño aporte absolutamente NADA. Estilo conversacional abierto sería algo así como: "¿Qué tal en el cole? (escuchar)... ¿Qué has hecho? (escuchar)... ¿Con quién has jugado? (escuchar)". Parece una obviedad, pero es verdad que tendemos a darles la pregunta y la respuesta y nos les dejamos aportar nada.

2. Atribuye siempre los éxitos de tu hijo al esfuerzo, el compromiso, la constancia y el trabajo, más que s sus capacidades innatas como la inteligencia. Cuando nos apoyamos en una cualidad que es innata, parece que no tenemos control sobre ella. ¿Qué haremos entonces el día que suspendamos un examen o fracasemos en algún proyecto en la vida? Venirnos abajo y abandonar. Cuando nos apoyamos en la idea de que trabajando con ahínco, compromiso y constancia consigo los objetivos que me propongo, el día que suspendamos un examen o fracasemos en algún proyecto, evaluaremos la situación para aumentar y reajustar el esfuerzo y el trabajo y seguiremos adelante.

3. Ayúdale a aprender a demorar la recompensa. El mundo en el que vivimos tiende a recompensar casi inmediatamente al niño. Por una parte, esa es la forma de funcionar de las omnipresentes redes sociales: cuelgo una foto, miles de likes. Por otra parte, los padres tendemos también a recompensar a los niños sin hacerles esperar. Intentemos que las recompensas vengan en los momentos adecuados. Por ejemplo, si se le rompe su taza favorita de desayuno de la Patrulla Canina porque todos los días juega con ella cuando no debe y muchas veces le hemos dicho que así se puede romper, no correremos a comprarle otra el día que se rompa. Tendrá que beber en una taza aburrida de papá o mamá hasta que llegue una fecha que justifique un regalo: su cumpleaños, Navidad, etc. En esa espera está el aprendizaje.

4. Estimula el cerebro ejecutivo de tu hij@. ¿Cómo? Jugando a juegos de mesa. Tienen que concentrarse, pensar, trazar estrategias, pensar en los posibles movimientos de los demás, improvisar, asumir riesgos, calcular consecuencias... Mientras aprenden de la forma de jugar de los demás.

5. Ayúdales a canalizar las emociones. Cuando un niño o un adolescente está atascado en una emoción y no sabe salir de ese estado para seguir funcionando, tenemos que ayudarle a entender qué le pasa. Esto lo haremos poniendo un nombre a la emoción, convirtiéndola así en un sentimiento de forma que el cerebro entienda lo que está pasando y pueda trabajar desde ahí. A partir de ese momento, ayudaremos a nuestro hij@ a reconducir la situacion para seguir adelante. José Ramón puso como ejemplo un anuncio de Casa Tarradellas en el que un padre se enfrenta al digusto de su hija adolescente que quien acaba de dejar su novio de tres semanas. El padre gestiona bien la situación pese a que a él como adulto pueda parecerle que el motivo del torbellino emocional no es para tanto, escucha, empatiza con su hija, le ayuda a poner nombre a la emoción convirtiéndola en sentimiento, y después sería el momento de proponer a la chica ponerse a preparar el examen o el trabajo que tenga para el día siguiente, o lo que sea que le aguarde entre sus resposabilidades futuras.

6. Genera confianza. Hay estudios que demuestran que la mirada de un profesor, es decir, el potencial que el maestro ve en los alumnos, tiene un impacto directo sobre el rendimiento y evolución académica de estos. Es lo que se llama "la mirada del maestro". Con la mirada de los padres, pasa lo mismo. Tenemos que mirar a nuestros hijos convencidos de que con esfuerzo, compromiso y mentalidad de crecimiento van a llegar donde se propongan. Tenemos que mirarles desde la certeza de que, creando estos espacios de oportunidad y retando a su cerebro a cada paso del camino, estando a su lado, jugando, conversando, escuchando y redirigiendo los momentos en los que se sienta perdido, seremos como este cuadro de René Magritte de 1936 llamado "Clarividencia": les ayudaremos a desarrollar todo su potencial.

¿Quieres saber más? Este ponente ha sido de los que más ha despertado mi inquietud por saber más de Neurología en la Educación. Si buscas en internet verás que ha dado multitud de charlas muy interesantes. También ha escrito el libro "Neuromitos en educación".
Nayara Malnero (Psicóloga, sexóloga clínica y sex coach, además de estudiante de pedagogía. Actualmente trabaja como comunicadora en salud, educadora sexual y terapeuta).

"Los niños preguntan por el sexo igual que preguntan por otros temas. Los niños nacen sin tabúes. Los que le ponemos el tabú al sexo somos nosotros".

La ponencia de Nayara se llamó "Seis conversaciones de sexo a seis edades diferentes". Nos fue mostrando fotos de su infancia y adolescencia, y dando algunos tips de cómo tratar la sexualidad con nuestros hij@s a esas edades.

- Con 1 año- Desde que venimos al mundo vamos entendiendo y aprendiendo lo básico de la sexualidad. Cómo es un hombre, cómo es una mujer, cómo se construye el género. ¿Cómo se viste papá, cómo actúa, qué hace? ¿Y mamá? ¿Y la abuela? ¿Y el abuelo? Debemos recordar que siempre seremos el ejemplo con el que ellos van contruyendo su mundo.

- Con 3-4 años- Es la época de las preguntas y los ¿por qué? ¡Hay tantísimas cosas que desconocen!. Todo quieren saberlo. Aquí hay que recordar dos reglas de oro: no escaquearse y no mentir. Responder con la misma naturalidad con la que responderíamos a cualquier tema.

- Con 7/ 8 años. Es el momento ideal para que aprendan lo que es el machismo o lo que es la igualdad. En nuestras manos está. Irán haciendo suyos los estereotipos de género. Es imprencindible estar ahí para que entiendan que es normal que una chica jugue al fútbol o que un chico le guste bailar.

- Con 12 años- Preadolescencia. Entorno a esta edaad a las niñas les llegará la regla, su cuerpo cambiará espectacularmente, y es una época de mucha incertidumbre. Una época en la que no sabes qué está pasando, pero no te acabas de reconocer en el espejo. Nayara cuenta como anécdota que a ella nadie le avisó de todos los cambios, y por no saber, no sabía ni que existían las compresas sin alas e iba por la vida con las inglés al rojo vivo. Podemos adelantarnos a todo esto y darles información de forma que lleguen a este momento sabiendo que el cambio es normal, y que pueden compartir sus inquietudes con nosotros.

- Con 15/ 16 años- Adolescencia. Es el momento más complicado en el que empezará a salir en grupos mixtos y a interesarse por la sexualidad. Si hemos hecho los deberes a lo largo de los años previos, será más fácil abordar el tema con ellos. Si no los hemos hecho y nos ha pillado el toro, seguramente nos cierren la puerta en las narices y sientan que estamos invadiendo su intimidad y su espacio si intentamos sacar el tema. ¿Qué podemos hacer entonces? Aprovechar películas, anuncios de publicidad en la tele o carteles en la calle para sacar el tema. También podemos hablar del tema entre adultos cuando estén presentes. Aunque no intervengan en la conversación, ten por seguro que están con su escucha activa al 100% y tomando notas mentales de todo lo que dices.

- Con 20 años- Cuando pasamos la adolescencia y vamos explorando nuestra sexualidad, debemos ser responsables de que somos modelos para otros menores. Nayara nos mostró una imagen en la que posaba con su prima pequeña, que debía tener unos seis años. La niña posaba imitando totalmente la postura y el gesto de su prima mayor. Hemos de ser plenamente conscientes del ejemplo y modelo que proyectamos hacia los menores.

En tres pildoritas, aquí está lo que hay que hacer:
1. No escaquearse cuando preguntan.
2. No mentir ni utilizar metáforas.
3. Si no quieren hablar con nosotros, buscar los medios para hablar entre adultos y por lo menos que escuchen.

¿Quieres saber más?  También ha escrito el libro "Sexperimentando". Puedes ver un montón de vídeos sobre sexo y cómo tratar el tema con sus hijos en su Canal de Youtube Sexperimentando. ¡Yo ya me he suscrito! Es muy interesante.

José Carlos Ruiz (Doctor en Filosofía contemporánea con una tesis sobre el hiperindividualismo. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla. Docente en la Universidad de Córdoba y en EE.MM. Especialista en Pensamiento Crítico).

"Lo más significativo que le podemos pedir a alguien en un momento es su atención. Si se la pedimos, se la tenemos que devolver enriquecida".

José Carlos Ruiz nos habló del pensamiento crítico. De cómo, cada vez que llamemos a nuestros hijos para que nos presten su atención, deberíamos aportarles algo para enriquecerla, igual que cuando el banco nos hace un préstamos y debemos devolverlo con intereses.

Tener hijos felices es muy fácil. Dales pantallas, dales lo que pidan de comer, entretenlos y no les exijas. Por lo menos en su niñez, hasta que la vida se vuelva compleja, serán felices. Ahora, si quieres hijos que sean capaces de tener una mirada propia y pensar por sí mismos, entonces el esfuerzo viene también desde tu posición como padre y madre.

José Carlos nos hizo darnos cuenta de que, la mayor parte de las veces que les pedimos a nuestros hijos que nos presten atención es para reprocharles o mandarles algo. Les devolvemos pues ese préstamo empobrecido. ¿Por qué no dejarles un interrogante de fondo o un razonamiento y así dejarles una semilla para que analicen?

Por otra parte, el tiempo. El tiempo ya no es un préstamo sino un regalo, porque no se puede devolver. Con nuestro tiempo lo que hacemos son inversiones. Lo primero que tenemos que tener es una proyección de hacia dónde queremos ir con nuestros hijos. Como dijo José Mújica "Hay que vivir como se piensa. De lo contrario acabarás pensando como vives". Debemos acercar nuestra manera de actuar a nuestra manera de pensar. Es esencial que tengamos un proyecto educativo, un objetivo a largo plazo como familia. Es cierto que en el día a día siempre hay algún fuego que apagar con los niños. Pero si dedicamos nuestro esfuerzo y nuestro tiempo solo a apagar fuegos, perderemos la perspectiva del largo plazo y no sabremos dónde queremos llegar con nuestros hijos.

Hemos oído muchas veces que debemos ser un modelo para nuestra descendencia, y es cierto. Pero no es lo mismo que nuestros hijos nos imiten o que nos sigan. Hay muchas familias que pretenden inculcar sus gustos y sus hobbies en sus hijos y se disgustan si estos deciden decantarse por otras cosas. Queremos pequeños clones. Tu hijo es un ser individual que no tiene porqué compartir tus aficiones. De la misma forma él podría querer que tú pases tu tiempo libre jugando a videojuegos online, y eso ni te lo planteas. Debemos aspirar a que nuestros hijos nos sigan. Y que nos sigan porque quieren. Un seguidor puede dejar de seguir a otra persona en cualquier momento y seguir otro camino. Si está ahí es porque les aporta lo que compartimos con él. Aspiremos a que nuestros hijos nos sigan, y no nos imiten.

José Carlos nos enseñó una foto de sus padres, y nos contó que su padre es un sabio, y su madre una persona muy inteligente. Su padre avivó en él y en sus hermanos el pensamiento crítico cada día, empezando por hacerles darse cuenta de las cirunstancias de los demás, y enseñándoles a ser humildes: la humildad entendida como que SIEMPRE podemos aprender algo de las personas que nos rodean. Siempre nos pueden aportar. Si un niño no es consciente de las circunstancias ajenas, será devorado por su propio ego. Con respecto a su madre, decía que es una persona inteligente porque, como decía Ortega y Gasset bizquea: tiene un ojo siempre peusto en el presente y otro en el futuro. Así, le dejó estudiar Filofosía, pero en el colegio mayor de los salesianos, donde sabía que le ofrecerían trabajo al terminar. Y así fue.

Hay un ejemplo muy gráfico de por qué no funciona intentar convertir a nuestros hijos en nuestros imitadores. En 1930 en Estados Unidos sacaron un pastel de bizcocho deshidratado, en el que el ama de casa solo tenía que añadir agua y hornearlo para hacer un pastel. En esta época, pensaban que iba a ser un "pelotazo" en cuanto saliera a la venta. Lo cierto es que pasaron los años, y fue un auténtico fracaso. Cuando preguntaron a las amas de casa, ellas lo tenían claro: sí, el pastel estaba muy bueno y era fácil de hacer, pero no sentían que fuese suyo. Cuando alguien iba de visita y sacaban el pastel, no podían decir que lo hubiesen hecho ellas, porque realmente solo le habían echado agua. ¿Qué hicieron los comerciales? Sacaron el huevo de la receta, y empezaron a publicitar distintas formas de personalizar el pastel: con crema, con fruta escarchada, con chocolate... Cada mujer podría hacer el pastel a su manera, y además tenían que añadir el huevo. A partir de ahí fue un éxito, porque empezaron a sentirlo como suyo. Interesante, ¿verdad?

El mayor miedo que compartió este ponente es que con nuestros hij@s se haga realidad el mito de Narciso y acaben ahogándose en su reflejo... virtual. Los adolescentes y jóvenes pasan horas montando una imagen digital que cuidan mucho más que la real, que su intelecto y el fondo de su pensamiento. Debemos explicarles que el lenguaje de las redes es un eufemismo. No estamos "compartiendo" momentos, ni fotos; nos estamos exhibiendo. Es un exhibicionismo consciente donde podemos acabar por ahogarnos.

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