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Educar en el feminismo

Nai • ene 24, 2020

¿Jugamos?

Sé que esta imagen no es especialmente atractiva, pero no la he escogido por su estética, sino por lo que representa. He aquí dos regalos familiares de Reyes de este año: uno para mí (el libro) que pedí específicamente y otro para mi hija de 8 meses (que fue una improvisación). Ambos regalos comprados por los abuelos de la criaturica, o sea, mis padres. Al verlos juntos, se ha generado un contraste tan fascinante que no he podido contener las ganas de escribir sobre él.

Yo tengo dos hijos: un niño de 3 años, y la bebita de 8 meses. Hasta la fecha, nadie le ha regalado a mi hijo ningún muñeco. Como mucho, algún peluche de algún animal. En estas tres navidades que lleva en su biografía, le han regalado puzzles, juegos de construcción, libros, animales, pasatiempos, juegos de mesa, legos, bloques, playmobil, juegos simbólicos (especialmente relacionados con la comida, porque le encanta la cocina), juegos del abecedario... Pero nunca le han regalado un muñeco como el de la foto, que viene con un biberón y llora para que le atiendan. A todo esto, mi hijo en estos 3 años de vida nunca ha mostrado especial interés por otros bebés, ni ha pedido muñecos, por lo que no me extraña que los que le conocemos no hayamos tirado por ahí. Conozco niños de 3 años a los que les encantan los bebés, y me parecería un regalo genial para ellos. Ahora bien, nace una niña, y es automático que le regalemos un muñeco para que cuide de él. Vamos a ver... ¡La criatura tiene 8 meses! ¡Más que su madre, puede ser su colega en la guardería! Pero no han sido solo mis padres. Mi suegra también le ha regalado una muñequita muy pizpireta de peluche. ¿Por qué? Porque Bolinha es una niña. Y, como es niña, le toca cuidar de los demás, ser coqueta y ser madre abnegada algún día. ¡Pues vaya tela!

Cuando hablamos de educar en el feminismo a día de hoy, parece que está todo hecho. Que las feministas somos unas exageradas. Que no es tan difícil. Que el mundo ha mejorado mucho. Cuando eres madres o padre de un niño, puede no ser TAN llamativo. Pero, cuando tienes una niña es ALUCINANTE observar cómo afloran los estereotipos de género a tu alrededor. Es verdad que hoy día una mujer puede acceder a todos los niveles educativos igual que un hombre, y puede aplicar y ser candidata a cualquier puesto de trabajo pero... ¿educamos a las niñas igual que a los niños? ¿Intentamos desarrollar en ellas las mismas habilidades y cualidades que en los varones? Mi marido y yo reflexionamos mucho sobre este tema, porque es algo que a mí personalmente me ha preocupado toda la vida, y tenemos muy clara la respuesta: no. No educamos igual a los niños y a las niñas. Para muestra, lo que estoy compartiendo aquí de estas Navidades. No me lo ha contado nadie. Me ha pasado a mí. Después de pedir un libro sobre cómo educar en el feminismo, mi familia decide comprarle a mi hija un muñeco llorón cuando ella tiene tan solo 8 meses. ¿Qué mensaje mandamos? "Eres niña. Te tocará tener hijos y cuidarles. Vete practicando".  A lo mejor es un poco pronto, ¿no? 

El libro que aparece en la foto, además de muy recomendable y sencillo de leer, es una delicia. Sienta, con una sencillez y claridad sorprendentes, unas bases muy sencillas para educar en la igualdad de género, desde los consejos que la autora le da en una carta a una amiga que acaba de tener una beba. Con el tema de los juguetes, es bien fácil. Si vas a comprar algo para una niña, pregúntate: ¿Se lo regalaría a un niño? Si la respuesta es no, compra otra cosa. Si la respuesta es sí, adelante. Y lo mismo al revés. Regalemos pensando en los intereses de cada uno, en las habilidades que les ayudará a desarrollar el juego en cuestión, en los buenos ratos jugando o leyendo con la familia o amigos. No regalemos pensando si es para un niño o una niña, porque entonces estamos dando por sentado que por el hecho de haber nacido con vagina o con pene sus gustos, sus intereses y sus capacidades ya son diferentes y vienen predeterminados.

Para poneros un poco en antecedentes, os contaré que nosotros decidimos no hacerle agujeros en las orejas a Bolinha. Es una decisión que mucha gente no entiende. Os sorprendería saber la de comentarios que tenemos que oír al respecto. Dale la vuelta. ¿Le harías agujeros en las orejas a un niño nada más nacer? No. ¿Por qué? Porque es un niño. Entonces, ya tienes la respuesta a si hacer agujeros en las orejas a una niña de bebé es un gesto machista. No tiene que ir adornada desde el momento en que sale del útero de su madre. Estamos hablando de taladrar las orejas de un ser humano. En España es normal, pero no es tradición en la mayoría de países del mundo. Y te dirán... "Es que de pequeños no les duele". Bueno, no podrán verbalizarlo, pero te aseguro que si les duelen las vacunas, les duelen los pendientes. "Es que, si no lleva pendientes, no se sabe si es niño o niña". Ya, pero tiene vagina, y creo que con eso ya está bastante claro el sexo con el que ha nacido. No me preocupa que los desconocidos no sepan automáticamente cuál es su sexo, la verdad. "Es que a mí me encantan los pendientes". Y a mí, pero yo no soy ella. Cuando crezca, si decide ponérselos, que se los ponga. "Pero será más consciente del dolor". Puede ser, pero será su decisión y no la mía. Si su hermano se quiere hacer un agujero en la oreja cuando crezca, pues también se lo podrá hacer cuando sea suficientemente maduro para tomar esa decisión. "Pero a veces la vistes de rosa o le pones falda". Sí, y también su hermano tiene ropa rosa, porque es un color más. También lleva todos los colores del arco iris. Las faldas con leotardos me parecen una ropa súper cómoda para los bebés. Cuando le limite el movimiento, dejaré de ponérselas. Y cuando crezca, ella decidirá qué ropa ponerse, igual que lo está empezando a hacer su hermano. Si le molan los unicornios, bien. Si le mola Spiderman, también. Si le molan las calaveras, pues sea. 

Hablo del tema de los agujeros en las orejas porque, aunque realmente es una decisión que a nadie debería de sorprenderle, en este país es un gesto feminazi. Para nosotros es un mensaje que deja claro que, nosotros como familia, queremos educar a nuestros hijos en igualdad. Aun así, la sexeducation que hemos heredado de generaciones anteriores es muy tendente a perpetuar los roles de género desde el minuto uno. No nos damos cuenta de que con todos nuestros pequeños gestos estamos mandando mensajes. Ya les estamos diciendo desde que nacen que deben decorarse para estar guapas y que deben jugar a cuidar a sus hijos. ¿Qué tal si primero juegan a descubrir el mundo en libertad? Luego, ya iremos conociendo sus gustos...

Os podría contar muchas anécdotas para ilustrar más en profundidad el tema que nos ocupa, pero os voy a narrar solo una más para que entendáis la magnitud del problema. El otro día fui a hacer la compra con mi bebota colgada de la mochila, y, mientras pagaba, una cajera se la quedó mirando.
- ¿A que es niña?- me preguntó. 
- Sí.
- Se nota, porque es muy cotilla. ¡Mira cómo va mirándolo todo! ¡Es que las mujeres somos muy cotillas!
- ...

Con su hermano, que también iba siempre mirándolo todo, las personas que le veían me decían que era muy curioso. Ella, como es mujer, tiene que ser cotilla. Me parece lamentable. Menos mal que no estaba mi otro hijo conmigo y no tuvo que escuchar semejante sinsentido.

¿A dónde llevan todos los mensajes, gestos y palabras que les dedicamos a nuestros hijxs? Pues os cuento dónde llegan, porque yo lo veo a diario. Yo soy profesora de Educación Plástica, Visual y Audiovisual y Dibujo Técnico en un colegio en Madrid. Es asombroso el pequeño porcentaje de chicas que llegan a hacer un bachillerato técnico. Hay muchas chicas en ciencias en 4º de la ESO, pero cuando llegan a bachillerato parece que algo las espanta. Yo tengo muy claro lo que es: llevamos toda la vida diciéndoles que no es eso para lo que valen. Si les gustan las ciencias, que estudien algo relacionado con el cuidado: Medicina, Psicología, Enfermería, Veterinaria... ¿Pero una Ingeniería? Eso es el reino de las personitas a las que llevamos toda la vida regalando circuitos, puentes, coches, barcos, helicópteros, juegos de electrónica, juegos de experimentos, herramientas, juegos de construcción... Ese mensaje les hemos mandado cada vez que les hemos hecho un regalo. "Esto es para ti". No os imagináis la cantidad de chicas brillantes, con una cabeza privilegiada para el pensamiento analítico, que no se atreven a estudiar una ingeniería porque piensan que va a ser demasiado y no van a poder con ello.  Esto pasa porque les cortamos las alas de la libertad hace mucho tiempo. Les herimos su autoestima y su seguridad desde muy pequeñas.Y con esto no quiero decir que todas las mujeres tengan que hacer una Ingeniería, ni mucho menos. Lo que escojan estudiar, o a lo que quieran dedicarse, bien escogido estará. Esto sólo es un ejemplo muy claro (como hay muchos) que demuestra que la educación que damos a nuestrxs hijxs tiene un impacto impresionante en sus vidas.

Así que, abuelxs, suegrxs, tíxs de los niñxs de hoy día, pensad que cada gesto cuenta. Cada regalo, cada palabra, cada gesto. Dejad de llamar a las niñas princesas o valorarlas por su aspecto. Llamadlas campeonas, como a los chicos. Valorad su fortaleza y no si les queda bien el pelo. Animadlas a hacer el cafre en el parque y a mancharse la ropa. Que no les dé miedo hacer el ridículo ni equivocarse. Que sean como quieran ser. Estad orgullosos cada vez que se pasen los estereotipos de género por el arco del triunfo. Porque entonces, y solo entonces, las estaréis educando como seres libres con una autoestima a prueba de balas.
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