En el postparto de mi segunda hija he tenido momentos físicamente muy duros. Llegaba a unos niveles de agotamiento tales que hasta fui a hacerme una analítica para asegurarme de que todo estaba bien. Incluso tomando todos los días un complejo vitamínico y hierro pautado por mi médico de cabecera, me sentía tremendamente cansada. La analítica resultó estar dentro de los parámetros normales, pero yo no me encontraba mejor. Fue entonces cuando decidí empezar a tomar un desayuno más saludable y nutritivo a ver si me ayudaba algo. Pasé de desayunar pan integral con aceite y tomate, zumo de naranja y café con leche, a tomarme el café con leche con un buen tazón de avena con fruta y semillas, abandonando el zumo de naranja. Y la verdad es que noté la diferencia. Por eso he decidido compartirlo aquí.

La avena es un cereal muy completo y equilibrado. Junto a los carbohidratos y la fibra, aporta más proteína, grasa y minerales que otros cereales. La avena te aporta muy buenas cantidades de magnesio, cobre, hierro, cinc y vitamina B1, y pequeñas dosis de calcio, ácido fólico y otras vitaminas del grupo B. También es muy rica en manganeso. Lo mejor de la avena son los betaglucanos. Esta sustancia de nombre tan raro es una fibra que, al ser soluble en agua, forma un gel durante la digestión que ralentiza el vaciado del estómago y el paso de los azúcares a la sangre. Por eso la avena te da energía lentamente durante más tiempo, retrasando la aparición del hambre. Los betaglucanos también contribuyen a reducir el colesterol malo LDL, en parte reduciendo la absorción del colesterol que pueden aportar otros alimentos. ¿A que suena bien? ¡Pues ya verás cuando la pruebes!

Yo me preparo la avena (los copos de avena sin ningún otro ingrediente añadido los puedes encontrar en cualquier supermercado. Yo suelo comprar los de Mercadona) echándola en un plato y añadiendo leche hasta cubrirla por completo. También se puede dejar la avena remojando en leche durante la noche. Una vez con leche añado unas gotas de stevia, canela y un chorro de esencia de vainilla. La meto en el microondas 2 minutos y medio, y al sacarla añado un poco más de leche y revuelvo bien con una cuchara. Por encima le añado la fruta (el plátanos, los frutos rojos, el kiwi y el mango son mis preferidos) que más me apetezca y semillas de sésamo y chía. También le van fenomenal los frutos secos y el chocolate negro. Si un día quieres un "punch" de energía extra prueba a ponerle un poco de mantequilla de cacahuete. Le va de cine, y aporta mucha energía para hacer frente a la mañana.

Yo he notado la diferencia en mis mañanas con este desayuno. A veces lo que necesita el curerpo es encontrar el combustible adecuado para funcionar a pleno rendimiento. Y esto de la maternidad requiere energía para parar un tren.