Salir a comer con niños pequeños es todo un desafío. La mayoría de los nanos suele ser especial con las comidas que les gustan, no son capaces de estar sentados mucho tiempo, y cuando se aburren su nivel de imprevisibilidad llega a cotas extremas. Todo esto hace que a veces actúen de forma que puede llegar a molestar a otros comensales, y en general no te sueles sentir muy bienvenido cuando entras con carritos y tus pequeños humanos en un restaurante. Tanto es así, que a veces no comes fuera porque se convierte en algo más estresante que apetecible.

Pero hay sitios maravillosos que lo cambian todo. Hace un par de findes encontramos un restaurante que nos hizo darnos cuenta de que las cosas se pueden hacer de otra manera. El sitio se llama Los Picazos y está en Hoyo de Manzanares. No solo tienen parque de bolas, que ya es una buena idea, sino que piensan en los niños como un comensal más, con sus necesidades y preferencias. Nos preguntaron si preferíamos trona o un cojín para elevar al peque. Le preguntaron si prefería cubiertos, plato y vaso de plástico o como los de los mayores. Trajeron una botella de agua del grifo para el chiquito sin pedirla. El menú infantil venía con aperitivo, principal, postre y bebida y con una calidad y variedad estupenda para lo que suelen ofrecerles en la mayoría de sitios. En el baño, además de cambiador, tenían un retrete tamaño mini para los culitos pequeños. Y el trato tanto con las familias como con los enanos fue maravilloso. Además la comida está muy rica y el precio es más que razonable.

¡Bravo! Queremos más sitios así que nos hagan a las familias más sencillo y agradable comer fuera y donde nuestros peques se sientan también especiales y quieran repetir! No creo que sea casualidad que nuestro Torpedín se portase mejor que nunca. Ya quiere llevar allí a todos los primos.