Nunca he sido una mamá de las que prefieren esterilizar los juguetes cuando se caen al suelo. De hecho, mis enanos están creciendo entre los lametones de la perra de mis padres y me parece maravilloso. Para mi hijo mayor, los gusanitos que se han caído en el coche y los encuentra al día siguiente son Gourmet 😂 Una cierta libertad para que los niños entren en contacto con microbios y patógenos mantiene en forma el sistema inmune, y evita el desarrollo de algunas alergias.

Todo dentro de un límite, claro. Otra liga son los juguetes para la bañera. Al jugar con ellos, observábamos asqueados cómo con el agua salían por el agujero de la boca de cada bicho una especie de lechuguillas negras. Por mucho que los intentábamos enjuagar o incluso hervir, seguían saliendo. Después de leer “Ugly ducklings- the darkside of plastic materiales in contact with potable water” y saber que esas lechuguillas negras se llaman biofilm y tienen agentes patógenos como bacterias (entre ellas P. Aeruginosa y Listeria) y hongos de un montón de familias distintas, hemos dicho Bye Bye a toda la familia de animalitos acuáticos con su fauna interna incluída.